domingo, 31 de agosto de 2008

Nadie

Nadie estuvo juntó a mi
cuando trencé el primer verso,
ni en los postreros días
que siguieron a aquel encuentro.

Nadie estuvo allí cuando
la poesía se adueñó de mis sueños
ni cuando en la mañana probé
el regusto amargo del recuerdo.

Por la inspiración que pegó
a mi esta triste melodía,
por el sonido hueco y sordo

del primer y último beso,
por la esperanza perdida
escribiré mil nuevos sonetos.


Rafael Reina

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