viernes, 24 de octubre de 2008

Independencia

-Me voy-lo dije sin pensar, como si fuera algo que estaba más que decidido.
-¿Adónde?
-No lo sé, mamá, simplemente me voy.
-¿Vienes a cenar?
-¿No lo entiendes, verdad?¿o es que te da miedo aceptarlo? Me voy, sin más, no sé a dónde, ni con quién. Simplemente me voy, y no creo que vuelva nunca más.
-¿Cómo!?-Las arrugas de aquella mujer que llevaba 20 años criándome se volvieron más profundas, como si hubiera disparado a bocajarro contra su corazón de cristal.-¿Y tus estudios?¿Y tus amigos?¿Y nosotros?
-Lo siento, mamá.
-¡Es una locura!
-¿Recuerdas lo que te dije un día?: "El mundo esta loco, o cometemos locuras o nos deja atrás". ¡Ah!, una cosa más, nunca te lo he dicho, pero te quiero.
-Yo también, cariño... suerte.


Rafael Reina

Rendición

Escrita hace mucho tiempo:


Anoche soñé contigo, y recuerdo que fui feliz.
Pero al despertar en la mañana, envuelta mi alma
del calor que otrora me dabas, recordé también
que no te amaba.

Y de las emociones en triste preso me convertí.
Cual traidor de las esperanzas entregadas,
de la lucha eterna, del pánico que me hizo huir
de la cruda batalla.

Y hoy desperté, de llanto cubiertas las mejillas,
por no poder recordar el error imperdornable
que me alejará por siempre de ti.

Y dejaré, de nuevo, mi collar junto a la mesilla,
para soñar que contigo camino y poderte decir
que hallarás en mi un amigo si lo pretendes así.

Rafael Reina

lunes, 6 de octubre de 2008

Lágrimas

Cuando cae la primera lágrima la segunda se vuelve incontenible y la tercera se convierte en un torrente de emociones que termina por ahogarnos.
Con la cuarta nacen las dudas, la pregunta inpronunciable de qué hombro estará ahí para apoyarnos. Y tras esta solo viene el llanto, sin contar cada una de las tristezas derramadas.
Y entonces queda volver al hogar, con los ojos ensangrentados por la ira homicida hacia el propio yo. Y queda enfrentarse a una mirada calmosa y sosegada de la que me trajo al mundo. Y quizá la supere y me encierre en mi habitación pero sin poder gritarle al mundo todo lo que aprieta nuestra garganta. Y al final el llanto se calla, las palabras se marchan y tan solo queda un eterna calma.

Rafael Reina