jueves, 26 de junio de 2008

Consejos

-¡Vuela!- gritaba sabiendo lo fácil que era.

-No puedo...-estaba algo compungida por su situación personal, se sentia apenas un estorbo, alguien incapaz de conseguir nada.

-No puedes porque no lo intentas, solo sube alto, salta y abre las alas.

-¡Yo no tengo alas!- ya se había cansado de repetirlo, de enseñarle a aquél amigo que ella no tenía alas, tan solo dos brazos endebles que apenas le permitían llevar a cabo las faenas del día a día.

-No puedo ayudarte si no me dejas, nunca me haces caso.
Y tenía razón, no escuchaba sus consejos como no escuchaba los consejos de nadie, pero es que siempre había pensado que cada cual debe seguir su camino, tomar sus decisiones y trazar su propio destino. Pero no era idiota y comprendía que su propio destino tenia muy mala pinta. Era consciente que debía dejarse ayudar o jamás escaparía de aquella situación de ansiedad.

-Te lo explicaré una última vez. sube alto, salta y abre las alas.

Y así hizo, subió por encima de las nubes, lo más alto que le permitían sus pies, saltó y voló...disfrutando un instante de la caída antes de abrir las alas. Y entonces comprendió que su amigo tenía alas porque era un pájaro.

Su destino estaba fijado. Tan solo tuvo tiempo de hacerse una última reflexión: se debe tener cuidado con los consejos recibidos.
Rafael Reina

De aquél viaje...

...quedaron los besos, los abrazos robados,
los labios, los ojos, las lenguas, las manos.
La lucha de mi sístole y mi diástole por alcanzar
el ritmo taquicárdico de tu corazón agitado.
Quedó tu sonrisa, quedó tu mirada, quedaron suspiros...
y un colmillo hiriente en la comisura de tus labios.
Quedaron juegos, mentiras, palabras...
los cuentos, las letras, los halagos;
los sudores, el olor de tu piel, las miradas furtivas,
quedaron los ojos marrones, las caricias veladas,
la voz dulce y tranquila de Ismael Serrano.
Quedaron mil sueños, mil esperanzas...
y una poesía escrita en papel.

Rafael Reina

Basta Ya

Basta ya de alambradas que coartan el mestizaje,
de guerras sin sentido que obligan a vivir con miedo.
Basta ya de religiones, de razas, de montajes,
de corazones divididos por intereses huecos.
Basta ya de traficar con vidas, con sueños,
con las esperanzas vacias de los más indefensos.
Basta ya de este silencio,
quiero gritar bien alto que este no es mi juego.
Basta ya de las mentiras escondidas detrás del cinismo
de países dirigidos por un inhumano dictador.
Basta ya de torturas en China, de muertos en Mianmar,
de países democráticos con sueños de imperialismo.
Basta ya de un Tíbet ocupado, de insulgencia en Irak,
y de tantas cosas que soy incapaz de nombrar.
Porque hoy es tan buen día como cualquier otro...¡BASTA YA!

Rafael Reina

Mis cosas

Mi patria no es una bandera
ni un estandarte descolorido.
Castañuelas, risas, jolglorio
y al final un toro herido.
Mi patria no es la religión
ni una creencia vana
que me marca el camino.
Mi patria no es prohibir
la música y a los músicos
en una calle que sin ellos
se me antoja vacia.
Mi patria no es la venganza
ni un cuchillo que se clava
por un simple desacuerdo.
Es un niño que madura
comprende y respeta.
Mi patria no despierta,
vive sumida en los sueños.
....
Mi patria es un bosque de dioses,
dos lobos que se encuentran
y la manada que renace.
Es la nieve, es el frío...
Mi patria es la naturaleza,
en su estado más puro.

__________________________________

Mi religión no es un Dios,
prepotente y misterioso
con ansias de dictador.
Es una niña que, a sus dieciocho,
ha crecido demasiado pronto.
Mi religión son unos ojos,
unos pezones, una vagina.
Y sé que me tacharéis de
depravado, ya se sabe...
no tengo el nivel de Sabina.
Mi religión son unos labios,
una lengua, unos dientes,
y tal vez la gente diferente.

Rafael Reina

Cadenas.


Se me escapa que aún no conozco
lo que encierra nuestra relación,
que vivo pensando en futuro,
que un beso no alberga nada
si no esconde un sentimiento.

No acierto a adivinar, triste celoso,
lo que ronda tu pensamiento,
que vivo temeroso del mañana,
que un abrazo se torna frío
si solo nace de la razón.

Y aunque no debiera ser así,
un terco pensamiento se
encadena a mi existencia.
Celos, ¡idiota malcriado!,
¿de quién te crees dueño?.

Rafael Reina