sábado, 14 de noviembre de 2009

Otra canción de amor

Tengo derecho a otra canción de amor,
a derramar una copa en tu recuerdo
desayunando, sin rencores,
otro cuerpo en mi colchón.


Tengo derecho a morir viviendo,
a secar con llanto mi dolor
mostrándome, sin temores,
como un nuevo jugador.


Siempre gano y siempre pierdo, jugando,
a solas, las partidas "para dos".

Mas no niegues mi derecho de perdedor
de preso, de verdurgo, de juez.

Ahora que vuelve a tocar perder,
no me quejo de mi dicha ni la
vigilia me ha hecho enloquecer.

Soy un vagabundo errante, un loco,
un insano caminante sin más patria ni bandera
que los amigos que me ayudaron a crecer.

Rafael Reina

jueves, 23 de abril de 2009

Mentiras

Triste, parsimonioso, cabizbajo,
con el sudor que perla su frente
y el frío que hiela su corazón
camina el reo condenado a muerte.
El silencio de los tambores
que retumban en torno a él
se vuelve molesto como el zumbido
constante de las moscas alrededor.
Espera la horca, el dolor y la muerte
con su guadaña mal afilada
adornada con la sangre reseca
de los que ya marcharon antes.
Las burlas, los gritos, las gentes:
¡Ignorantes! con víctimas inocentes
los engañan y se creen seguros.
Protegidos, ¡ja!, por sus reyes y nobles,
dominando con hilos irrompibles,
las cabezas de sus títeres.
¿Culpable yo? yo solo quise ser libre.

Rafael Reina

Mi canción del pirata

No quiero recargar mis versos
con metáforas imposibles
que ofendan al intelecto.

Quiero gritar lo que siento
cansado de equivocarme
en cada paso, en cada nuevo intento.

Vender mi fe por una moneda,
imitar en cada verso
al maestro Espronceda.

Cambiar de piel y de nombre,
de oficio y de casa,
navegar en galeones de velas blancas.

Ser pirata, reo, patriota,
griego, verdugo, traidor,
cautiva, cosaco, mendigo,

algo más que un estudiante,
un verdugo insaciable de
la vida que alguien me entregó.

Y, aunque yo si soy fulano
de lágrima fácil,
si la vida se deja,

también le meto mano.
y a vivir otras vidas
y lo que venga, despacio.

Rafael Reina