De repente la calle se vuelve fría, los vientos helados que golpean mi cuerpo me hacen perder todo el calor que tenia acumulado. De pronto los gritos, las gentes y todo eso que hasta ahora añoraba me parece vacio. Carece de sentido pasar horas y horas sufriendo la noche y las estrellas. La oscuridad me aterra y siento que en ella solo hay fantasmas invisibles que quieren acabar conmigo.
Una extraña sensación de esperanza fluye por mis venas hasta llegar a la conclusión de que algo ando esperando. Es como si mi destino estuviera escrito y yo tan solo debiera surfear entre las olas del tiempo, sin más, sin pensar en el mañana, en el ahora o en el ayer. Es como si supiera que tras una larga espera llegará lo que tanto deseo, como si por mucho que luche por serlo o no serlo al final no queda más salida que ser feliz. Porque hay quién piensa que esto no es una película, que nuestro destino lo labramos con las manos y el esfuerzo, pero yo se de sobra que no es así. Sé que mañana o pasado ella aparecerá ante mi y una circunstancia desconocida nos hará dar un paso que hasta ahora parecía imposible.
Díficil de entender estas ganas de sumergirme en los libros, de empaparme de la sabiduría informática que engloban para llegado el momento de manifestarme ser el mejor. Me hallo sumergido en un sueño atemporal que me guía a la paz interior, al fin de esta lucha que en otros momentos me parecia perdida.
Pero no es todo esto lo que me aterra, lo que me aterra en realidad es que nunca he sido así, lo que me aterra en realidad es dejar de ser yo y como respuesta solo me viene una frase a la cabeza: "Nadie le obliga a cambiar....al fin y al cabo, la supervivencia no es obligatoria".
Rafael Reina
2 comentarios:
intereante historia. Un placer y sorpresa encontrarte.
besos
hi!
^^
te visito!
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